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Que triste es ver tantos partisanos del estado, tanta insistencia en mantener un cuerpo enfermo, tanto convencimiento casi religioso en la necesidad de mantener un status quo. Tal vez sean los golpes de la cachiporra, o el dolor de estomago, los que a manera de eco hacen que exista tanta servidumbre al poder de turno. Como se acostumbra la gente al tirano. Con que mansedumbre se transita el camino ciudadano, con cuanto deseo se busca pertenecer al pacto social. No importan ni las armas ni los encierros, ni siquiera el precio de esta obsecuencia. Tanta seguridad intelectual es sospechosa, mucho más si las armas del estado se muestran como dientes afilados dispuestos a masticar a los disidentes. El primer mandamiento del tirano es asegurar que todo esta bien. El primer mandamiento del fanatico es nunca dudar de su discurso. Si empeñaramos un poco menos de enegía en pagar los impuestos y un poco más en hacer la revolución probablemente nos quitariamos de encima a nuestros verdugos en un tiempo relativamente corto.

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Hace un tiempo dibuje esta mano y nunca supe como continuarla.

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Medulando

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la ciudad

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Probable ilustración para un texto del maestro Godofredo Fink. Para la próxima Panxarama.

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Calcio

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Sepeñorpo Napadapa

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nene

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jl

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muñeco de trapo

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malisimo

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